¿Es fácil ser feliz?

Si esperamos a que todo vaya bien para sentirnos felices entonces tendremos muy pocas posibilidades de serlo.

Hace poco me encontré con un amigo y al preguntarle qué tal estaba,  me contestó que estaba mal. Qué el trabajo estaba fatal, al coche había que cambiarle los neumáticos y qué la nevera volvía a dar problemas.

 Es interesante resaltar que no le pregunté qué tal estaba el trabajo, el coche o la nevera, le pregunté  qué tal estaba él. Este tipo de reacción en las personas es más común de lo que parece. Demuestra que estamos muy a menudo identificados con nuestra “cosas” y no necesariamente con nosotros mismos.

Es innegable que si las cosas andan bien nosotros también nos sentiremos bien, pero si  pasamos  la delgada línea roja, nos sentiremos tan identificados con los acontecimientos y con nuestras pertenencias que nos volveremos esclavos de los resultados.

No es ningún merito sentirse bien cuando la mayoría de las cosas a nuestro alrededor están saliendo como queríamos, aunque muchas veces hay personas a las que tampoco les basta con ello.  Ser feliz, sería un objetivo demasiado simple si solo de eso se tratara. Este es el concepto de felicidad infantil, si tenemos el juguete que deseamos jugamos, si no lo tenemos lloramos.

 El mérito, en la madurez emocional,  está en conquistar la libertad de sentirse bien y agradecido a la vida en cualquier circunstancia, pero no un “me siento feliz” de bocachancla para fuera y sí, del corazón para dentro. Pero ojo, eso no significa que esté sugiriendo que nos tapemos los ojos y finjamos que no está pasando nada, eso ni los niños lo hacen.   Me refiero a desarrollar la capacidad de responder de una forma diferente, que si no tenemos el juguete deseado, juguemos con nosotros mismos o que busquemos de donde nació la necesidad de querer tener determinado juguete.

La finalidad de este artículo, no es la de enseñar a ser feliz, y si la de alertar para no ser infeliz, pues la felicidad no es nada más que la ausencia de la desdicha, es como la salud, que es la ausencia de la enfermedad. La desdicha empieza  cuando empezamos a confundir las cosas y logros externos  con nuestro sentido de existir.

Me parece que el mayor obstáculo que nos ha entorpecido para sentir la felicidad, es cuando empezamos a confundir “ser” con “tener” y este será el tema del próximo artículo. Os espero en mi blog.

Rafeek Albertoni

Coach ilusionista

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